Los tres hombres que habían sido detenidos por la Policía que investiga el asesinato de un carpintero, en una chacra de la localidad de Curuzú Cuatiá, quedaron libres por falta de pruebas que los incrimine como los posibles autores.
A pesar de que la Justicia ordenó la inmediata libertad de estas personas, ayer la Policía difundió un comunicado en el cual se refiere a la “aprehensión” de estas personas e incluso las identifica con sus apellidos.
Además, en la información agrega que durante los allanamientos registrados días atrás secuestraron “trozos de piola de material plástico, un par de alpargatas, un bidón con capacidad de 5 litros, bolsas de plástico con una piola en su interior, anteojos de sol, teléfonos celulares marca Nokia con sus respectivos chips y una tarjeta de memoria con su batería, elementos que guardarían relación con el hecho que se investiga”.
Pero lo más contundente de los detalles ofrecidos en forma oficial es el referido a la incautación de “bombachas de campo con manchas presumiblemente de sangre”, halladas en la propiedad habitada por los sospechosos.
Lo cierto es que las autoridades judiciales, al no contar con elementos contundentes para imputarlos, decidieron comunicarles su liberación. De esta manera, la investigación cayó en un bache.
El despliegue policial que desencadenó en la demora de estos hombres ocurrió a 1500 metros de la propiedad de Francisco Argüello (65), quien el domingo 30 de enero fue ultimado de un balazo en el rostro, en un asalto que sufrió al igual que su esposa y dos peones rurales.
El atraco se produjo en el paraje La Cañada, a unos 15 kilómetros de la ciudad, donde al menos tres delincuentes ingresaron armados y privaron de la libertad las cuatro víctimas.
Con la presunta intención de obtener una abultada cifra de dinero, los asaltantes maniataron a Argüello, quien es dueño de una carpintería, y luego decidieron matarlo, sin concretar el robo.
Los tres sujetos, quienes en todo momento se mostraron a rostro descubierto, decidieron escapar, dejando encerrados e inmovilizados a los dos peones y a González.
Cuando estas personas lograron zafar de las ataduras pidieron ayuda a la Fuerza de seguridad.
Una pista que llamó mucho la atención de los investigadores fue que los integrantes de la banda delictiva llegaron y escaparon a pie de la chacra.
Aquel día, los autores del crimen fueron vistos con gorras con visera y uno de ellos con anteojos de lentes oscuros. Uno tendría entre 25 y 30 años y su cómplice alrededor de 40.
Con estas características, personal de Pericias Científicas de la Fuerza de seguridad elaboró a las pocas horas dos identikits, posteriormente distribuidos a diferentes dependencias policiales, principalmente aquellas situadas en la zona Sur de la provincia